Prez del irredento
¿Mi hora,
última hora,
ha de llegar
inesperada, impía?
Funesta, inmerecida
no la espero.
Hora feliz y tabernaria
en la que un ángel de verdad
ha de velarme
en los pliegues jugosos de su sexo,
quiero.
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fuente: http://www.poetaspoemas.com/rigoberto-paredes/
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