sábado, 11 de septiembre de 2010
Mar adentro
A Rafael Rivera
Ya los barcos doblaron
la esquina de las aguas
que miramos unirse
el cielo arqueado y hondo.
Apenas unas manchas se divisan,
pero aquí, entre nosotros,
presas del abandono,
manos y voces se alzan todavía amorosas.
Los viajeros, en proa, no verán hacia atrás.
Otro mundo despunta, otro mundo alto y fresco
en la cabeza de todos los viajeros.
Noche y día ojearemos las crestas del aguaje.
Talvez el viento arrastre un olor, un silbido,
algo de cuanto asimos fuertemente a los pechos
que hoy vibran apartados.
Cómo áspera maleza crece el mar en nosotros.
Su falso azul revienta en los peñascos
y sólo nos devuelve restos de lo perdido.
Igual,
la vida nos envía
sus rápidas señales,
a su paso,
muy lejos de esta orilla.
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